domingo, 16 de noviembre de 2014

Azores

¡Hola! Estoy aquí otra vez y , como no, para quejarme de mi vida. Sé que al leer esta entrada te puedo parecer materialista, codiciosa y otros sinónimos varios. No te pido que estés de acuerdo conmigo, ni siquiera que me comprendas, yo solo quiero expresarme.

Este año a venido un profesor nuevo al instituto y ha organizado un viaje a distintas de las islas Azores(como lleva haciendo varios años en otros institutos). Serían las dos primeras semanas de Julio e incluiría actividades como canyoning(o barranquismo), espeología, nadar con delfines, observar de cerca a ballenas, subir a volcanes, observar el amanecer desde la cima de una montaña y muchas más aventuras.
Como veis es un viaje destinado a los amantes de la naturaleza. Muchos compañeros se echaron atrás por el echo de que no se salía de fiesta por las noches y porque prefieren el turismo de sol y playa. En cambio, yo me enamoraba más de las Azores a cada palabra del profesor.


El problema, el precio. Como no, el dinero interponiéndose entre los sueños de una persona. El coste sería aproximadamente 800€. A primera, a segunda y a todas las vistas posibles parece demasiado, pero si piensas detenidamente en todo lo que incluye es un precio más que razonable y que incluso no es tan caro.
Obviamente, yo sabía lo que eso suponía y que si mis padres no podían permitírselo me molestaría pero no pasaría nada, la vida sigue. También pensé en pagármelo yo, o que ellos me lo prestasen y yo se lo devolvería cuando en verano me contratasen en el trabajo de mi padre.
Pero se negaban a estas opciones. Mi madre aceptó dijo que me daría su paga extra y que con un poco de mis tíos se pagaba; pero mi padre comenzó su sermón: "Con el dinero que va a costar que te diviertas, nos lo pasamos bien toda la familia, y por menos". Lo que me irritaba de esto es que yo simplemente les preguntaba si o no, y el me respondía con la misma frase continuamente.
No obstante, la idea de mi madre me parece peor, ya que no os podéis ni imaginar como sufrí cuando dijo que me daría su paga extra. Me sentí y me siento, cada vez que lo pienso la persona más egoísta del mundo. ¿En serio voy a hacer que mi madre se gaste su sueldo de un mes en un viaje para mí?¿Cómo soy tan caprichosa?



Evidentemente, dicen que puedo hacer ese viaje con ellos o con mis amigas en el futuro. Mentira, con mi familia no podría hacer ni la mitad de las cosas que incluye la excursión(y sé que no vamos a ir) y mis amigos prefieren Gandía, Benidorm y esos sitios no van conmigo.
Si a eso añades las ganas que tengo de "vivir aventuras". Nunca he ido a un campamento, nunca he me he arrastrado por una cueva, nunca he subido a un volcán y nunca he tenido tantas ganas de hacer un viaje.
Entonces no puedo más y lloro. Derramo lagrimas de impotencia por no poder ir. Llego a ese momento en el que mis sentimientos bipolares se cruzan y no me soporto.
Sé que esto no os interesa lo más mínimo y os parecerá una entrada aburridísima. Ni yo misma entiendo porque la escribo. El caso es que necesito hablar con alguien sobre todo y desahogarme.

domingo, 2 de noviembre de 2014

15.

"De vez en cuando decía un comentario y solía apuntarlo en agendas o calendarios ajenos. El propósito, que nadie se olvidase.
Nunca hablaba de ese tema, aunque lo estuviese deseando. No quería parecer egocéntrica ni desesperada por un simple felicidades; procuraba dar una impresión de desinteresada.
No obstante, no era así. Deseaba que la parasen por los pasillos para felicitarla, que la llegasen decenas de mensajes, que corriesen detrás de ella para tirarla de las orejas y que la cantasen el cumpleaños feliz.
Pero a quien quería engañar, nadie la paraba por los pasillos, los mensajes eran contados y los felicidades que ella quería nunca llegaron.
¿Cómo podía dolerla lo no dicho? En ocasiones, las palabras no pronunciadas es lo que más hiere, lo que deseamos con ansias, pero nunca llega.




Podría ser que este hecho no fuese de mucha relevancia, pero era un detalle más a añadir a la infinidad de sus emociones.
Era una época en la que debía de reír, de estar contenta, eran los ansiados 15. Pero no se sentía así, otro año había pasado y no había nada que poder destacar, otro año desperdiciado, otro año en el que no pasaron maravillosas cosas, otro año sin personas a las que recordar, otro año que pasaría al olvido.
¿Acaso no era la vida ya lo suficientemente efímera como para derrocharla?
Sin embargo, ella seguía sonriendo, porque no importaba lo que sintiese por dentro, solo tenía que poner buena cara".